El supino estado de decepción en que está sumido en estos momentos el Zaragocismo es fácil explicar, como casi todo en esta vida, desde la física tradicional mas elemental: Todo depende del sistema de referencia con que miremos las cosas.
Si por un momento nos plantamos en los albores del mes de Agosto de 2019, cualquiera de nosotros hubiera firmado con sangre llegar a la jornada 38 empatado a puntos con el puesto de ascenso directo, y prácticamente sellada la promoción. ¿Cual ha sido el problema?. La temporada se inició con la ILUSIÓN del ascenso en el horizonte; cada partido era el último y nadie miraba mas adelante del siguiente; se era conocedor que todo iba a ser muy duro, y mas para un equipo que luchaba con una plantilla muy corta e inexperta contra presupuestos colosales, indignos de una competición igualada, por los mismos objetivos.
Por desgracia llegamos a la pandemia en el mejor momento del año, y mucho tiempo tuvimos durante el confinamiento para pensar, echar números y, desde mi punto de vista, cometer el gran error de este año, que no ha sido otro que pasar de la ILUSIÓN por ascender, del partido a partido, de valorar cada punto obtenido como oro, de estimar el esfuerzo de los nuestros, de enorgullecernos por tener un velero compitiendo con transatlánticos... a considerar la consecución del sueño como una OBLIGACIÓN dada la privilegiada situación con que llegamos a la maldita pandemia.
No se si estamos a tiempo todavía de recapacitar, pero mucho bien haríamos si fuéramos capaces todos de volver a valorar la extraordinaria ocasión que tenemos a falta de 4 partidos de conseguir algo que, en agosto fue un sueño, y que podemos convertir en realidad.
Volvamos a la ILUSIÓN que tan buen resultado moral y anímico nos dio durante 31 partidos.
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