martes, 1 de marzo de 2016

Velocidad de crucero

La semilla que Narciso Julia sembró el pasado día 1 de febrero en las últimas y desesperantes horas del mercado de invierno,  ha empezado a brotar, a enraizar y a levantar la cabeza al albor de la incipiente primavera que aflora.  La llegada de jugadores con calidad, toque y carácter hizo vislumbrar frente al Leganés, cristalizar frente al Córdoba, endurecer frente al Osasuna y consolidar frente al Lugo un nuevo y prometedor equipo blanquillo.  Ahora se puede hablar de un grupo fuerte y estable, que sabe muy bien a lo que juega, y, lo mas importante, sabe jugar a lo que juega.  No hay nada mejor que conocer tus mimbres para saber hacer un buen cesto, y eso es tanto mérito del que compra los mimbres como del elaborador del cesto.

La visita del Lugo dejó mucho rato de violencia táctica en el campo;  partido atascado por lo bien estudiada que el rival traía la lección; incluso supo dormir el encuentro, apoyado en un excelente guardameta que abortaban una y otra vez las numerosas acometidas de nuestros jugadores.  El encuentro fue un monólogo de ocasiones locales por goteo;  un dominio sordo y monótono que empezaba a pecar de eso, de monotonía;  hasta que apareció la figura de Manu Herrera con una cantada propia del que se pone a ejercitar aquello que no sabe hacer, y la conclusión fué un sorprendente gol visitante.  Lejos de abatir mortalmente a los nuestros, como en un pasado no muy lejano todos habríamos asegurado, el gol espoleó a las huestes Aragonesas hacia la victoria.   Un golpe de suerte puso del empate, y en ese momento todos supimos que el Zaragoza iba a ganar, incluso los jugadores del Lugo.  La Romareda sacó un corner que acabo en los pies de Lanzarote y este, pleno de calidad, consumó el gol de la grada.

En Vitoria seguiremos, y esperemos que ya no nos pare nadie, por que esto tiene cada día mejor pinta.

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