Nos movemos en una sociedad, cada días mas, gobernada por las vísceras, por los "arreones", por lo inmediato, que por desgracia es capaz de vanalizar lo permanente y sacralizar lo efímero.
Que estamos sumidos en un bache es innegable; lo avalan los resultados y lo confirma la paupérrima imagen que por los verdes prados vamos dejando. Y no es menos cierto que todos los equipos mortales tiene, al menos, un bache a lo largo de la temporada; y tampoco es menos cierto que los equipos que lo tengan a final de temporada serán los que engrosen la lista de defenestrados, a no ser que hayan hecho los deberes con prontitud y diligencia.
Ya decíamos que era tiempo de ganar tiempo, tiempo de ensamblar a los nuevos jóvenes, tiempo de dar descanso a los mayores, tiempo de recargar la ilusión con la energía de la decepción; por lo visto es necesario ver las orejas al lobo para que las huestes de la "épica" de nuevo se hayan lanzado al ruedo, y ya se oiga el retumbar de los tambores de la emoción, del Zaragocismo, de la ilusión en definitiva. Quizá nos ha hecho falta de nuevo vernos vulnerables para que sepamos valorar lo importante que es la tranquilidad del aplicado que no deja para el final la tarea. Jugar como un funambulista sin red conlleva unos riesgos que nuestros corazones blanquillos ya no están preparados para aguantar.
Esperemos que el tiempo de dejar pasar el tiempo ya haya pasado, por que en caso contrario mucho me temo que va a ser el tiempo el que nos aplaste como un carrillón, y ahora ya no tenemos margen de maniobra para la hazaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario