Estos dos nombres propios definen el funesto y bochornoso espectáculo presenciado ayer en el coliseo Zaragocista; la incapacidad táctica de Jimenez y su pertinaz obsesión por mantener en el campo a una sombra llamada Romaric. Y, es que, el Zaragoza jugó con 10 desde el inicio y con 9 desde el minuto 20.
Es Jimenez, y no Romaric el culpable de que esto acontezca en el campo; podemos cometer la ligereza de apuntar hacia el africano nuestras quejas, y perder para la causa definitivamente un jugador que, si duda, es mas aprovechable de lo que parece; pero Jimenez se ha empeñado en incrustarlo en el once haciéndole un daño enorme en lo moral y en su imagen cara al sufrido Zaragocista. Tengo la sensación de que estamos con Romaric ante un caso parecido al de Juarez ó Barrera el pasado año.
Por cierto; hasta el minuto 22 ya estaba el equipo haciendo la risa en lo táctico, pero es que, tras la expulsión y la esperpéntica sustitución de Movilla, pasamos a la hilaridad mas absoluta; La cacareada "intensidad" era un simple parámetro físico y medido en Amperios; Alvaro, despavorido, presionando a la defensa rival en la salida del balón porque, en el minuto 75 y perdiendo 0-2 nadie hacía nada para remediar el parsimonioso devenir hacia la nada del encuentro, ni siquiera el entrenador; la grada recordando a los jugadores lo que deben "poner" en el campo cuando las cosas no salen como uno quiere; Apoño con los cables cruzados atizando patadas a un balón retenido por un contrario.
En justicia merecimos terminar 0-5; esa fue la diferencia real en el campo entre un equipo normalito, pero ordenado, y el desmadre táctico y mental que Jimenez dispuso en el cesped.
Esperemos que el mister aprenda a la primera, y no espere a estar en puestos de descenso.
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