
A partir de ahora ya no merece la pena especular con los puntos necesarios para salvarse; Ganar al Granada, y a esperar lo que pasa después. Nuestras victorias ya solo son condiciones necesarias, razones para alentar un hilo de esperanza, motivos para alegrar la cara del Zaragocismo, latidos de vida en un entorno moribundo, cuestión de orgullo (que no de dignidad).
Por lo menos, los aficionados siempre estaremos al lado del escudo del león rampante; de estos jugadores, pocos llorarán nuestras penas.
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