En el nuevo estadio del Arcángel se pudo ver el germen de un EQUIPO, de un conjunto de jugadores que presentan buena pinta y en proceso de lento cocido hasta la hora del servicio final en la mesa. No hace falta subir mucho el fuego, sino ir poco a poco degustando la comida para sazonar a tiempo y en la cantidad necesaria.
Cierto que alguno de los condimentos utilizados desde un principio desentonan en el guiso, pero tampoco es menos cierto que el arte de un buen cocinero está en saber reconducir el resultado para que en la mesa nadie sepa distinguir en el total una de las partes discordantes.
Tras un primer ágape en Tenerife que apuntaba maneras pero a la que el fuego estuvo a punto de socarrar, llegó una segunda con mucho mas poso, mas sabor, y que dejaba pinceladas de guiso para degustar con tiempo y con perspectiva. En Córdoba el cocinero se vino arriba y nos deleitó con una pastora en su punto, calentita y llena de arte.
Ganas tenemos de seguir comiendo bien, y a fe que parece estamos en buenas manos
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