jueves, 22 de diciembre de 2016

Esta vez la moneda salió cara

Poco distó el desarrollo del enfrentamiento entre el Rayo y el Zaragoza el pasado domingo de lo que pudimos presenciar unos días antes en Getafe, e incluso en lo padecido en Cádiz.  Un Zaragoza controlador, con posesión de pelota, con mando y dominio;  típicos partidos que, si de boxeo se tratara, siempre ganaríamos a los puntos, pero sin el arte suficiente para endosar uno o varios golpes certeros que certifiquen el KO antes de la siempre discutible y peligrosa decisión arbitral.

Siempre el Zaragoza controló desde el balón a su rival, siendo mucho mejor que su rival en la ocupación del campo, y maniatando en la salida de balón la peligrosidad potencial de los locales.  Cierto es que todo trascurría con una muy peligrosa similitud a lo acontecido 15 días antes de Getafe, hecho que mas bien poco tranquilizaba las mas acostumbradas espaldas Zaragocistas al nefasto devenir, pero quisieron las hadas que, en esta ocasión la moneda cayera de cara, y una imponente cantada del portero local supusiera la justa puntilla a un correcto partido.

Ninguna conclusión se puede sacar de este partido mas allá de dulce sabor de los tres puntos, la satisfacción general de sacudirse el fantasma como visitante, y certificar que estamos en una competición donde el factor diferencial es el error del rival.

Hay que seguir creciendo desde la solvencia defensiva, parámetro en el que ahora estamos cogidos con finísimos alfileres difíciles de sustituir cuando se desprenden o se rompen.  Necesitamos empezar a tejer una maraña defensiva a partir de la cual la linea media y delantera, rebosante de calidad a raudales, resolverá los partidos con la brillantez que en la actualidad impide el pánico imperante en retaguardia.  

Si nos ponemos a fichar, un central como la copa de un pino y un delantero tipo Ortuño.  Con estos dos matices, equipo a primera.

FELIZ NAVIDAD 

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