La Romareda entera marcó en el minuto 93 un gol con aroma de primera, un gol de suerte fruto de la ilusión de la grada, la coherencia del banquillo y la ambición de unos jugadores que, con la arenga de la masa supieron apretar hasta el último instante; pocas veces se respiró un tiempo de descuento tan tenso, tan intenso y tan emocionante; faltaban 2 minutos y nadie, nadie en absoluto abandono su cochambrosa silla, nadie se levantó para coger mejor sitio en el tranvía, o en la fila de parking, o en la barra del habitual bar donde descargar las penas; todos intuíamos algo, desconocíamos si llegaría el gol, pero contábamos con la seguridad de que hasta el aliento final todo iba a poder ser. ¡Y lo fue!
Una mala puesta en escena con un mal día de los actores secundarios, se saldó con tres puntos.
Que siga la racha
No hay comentarios:
Publicar un comentario