lunes, 17 de septiembre de 2012

La impotencia de lo previsible

Tras soportar 90 tediosos minutos de un infumable partido de fútbol, nuestro Real Zaragoza perdió con claridad un partido que ni mereció ganar ni perder, ni tan siquiera su rival hizo méritos para tan alto logro conseguido, pero es que inmersos en tan flagrante mediocridad cualquier detalle es determinante para el resultado final.

El Zaragoza es muy superior a su rival en casi todo, pero en lo que es inferior lo es en demasía, y al final no son tus virtudes sino tus defectos los que decantan los encuentros, mas si tus defectos son tan manifiestos y reiterados.

Después de certificar la derrota a falta de 30 minutos para finalizar el partido, como si de un enfermo terminal se tratara, el encuentro languideció placidamente hasta su muerte sin que el moribundo mostrara el mas mínimo síntoma de agarrarse a la vida, ante la atenta mirada de su verdugo, que no daba crédito a la mansedumbre del rival.

Muy mal, pésimo el espectáculo presenciado desde el lado avispa;  No estaría de mas comenzarse a preocupar por la espectacular falta de ambición que se está demostrando;  si pierdes, que sea con el contrario sudando y pidiendo la hora, no de picnic como ayer venció la Real Sociedad.

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